19.2.13

El menú sorpresa del ingeniero

A fuerza de recitar el mantra a propios y extraños, éste pasó de posibilidad a certeza y de certeza a credo en poco tiempo. Al alevín de ingeniero le gustaba comentar con naturalidad las delicias que, llegado el día, iba a poder degustar, al fin, en el restaurante El Comensal Satisfecho.

Con motivo del fin de carrera, en el acto de graduación recibió la esperada invitación al festín con el que diría adiós a años de dieta blanda y hola a lustros de orgía gastronómica: sustanciosos manjares patrios, enormes y tiernos solomillos, tanto caviar como gustase, vinos, cavas a granel y dulces de autor.

Llegado el gran día todo se desarrollaba según lo previsto, salvo que el ingeniero recién graduado llegó con bastante antelación a las inmediaciones de El Comensal, para evitar atascos y aglomeraciones de última hora. Este exceso de celo le permitió advertir la llegada de los camiones cargados con víveres para la velada. La curiosidad que se le presupone por su profesión impulsó al ingeniero a acercase y husmear por la parte trasera del local durante la descarga de los bultos. Junto a las cajas más o menos estandarizadas de frutas, verduras, congelados y botellas, le sorprendió ver cómo los operarios metían otras de cartón, llenas de alguna sustancia que rezumaba por los bordes superiores y generaba además un goteo intermitente, dejando un reguero entre los camiones y lo que parecía ser la bodega. En ese momento el ingeniero oyó en la distancia las voces conocidas de sus camaradas y volvió a la puerta principal, donde sus coetáneos ya se apremiaban en cola ante la puerta: la hora del banquete había llegado.

El acto se estaba desarrollando con tanta ceremonia como era de prever. Mientras un gerifalte paría el enésimo discurso institucional, entraron por un lado los camareros y empezaron a servir el primer plato, que venía presentado con los peliculeros cubre-platos de acero inoxidable, semiesféricos y con asita. El ingeniero, algo distraído con sus colegas de mesa, alcanzó a escuchar cómo el orador acabó su texto diciendo "...a ésta, la generación mejor preparada que recordamos". En ese instante, como parte de una representación muy ensayada, los camareros, a razón de uno por cada dos asientos, levantaron con agilidad las tapas que ocultaban el contenido de los platos....


En los primeros momentos, la mayor parte de los jóvenes ingenieros soltaron sonoras carcajadas, que se fueron transformando en ojos muy abiertos y veloces comentarios entre mesas, cada vez a un volumen más bajo. Al cabo de unos minutos, el aire pesaba sobre las cabezas de todos los asistentes, y tanto los jóvenes ingenieros como los organizadores, mandamases y demás invitados mantenían un heterogéneo silencio, digno en algunos casos, impostado en otros y adornado con la boca abierta de par en par en la mayoría. Todos parecían convenir que las palabras en uno u otro sentido no tendrían valor ni justificación. Tras un tiempo que pareció eterno por la rareza del ambiente, de repente, todas las cabezas y las miradas se dirigieron al lugar de donde procedía un tintineo metálico. El sonido lo estaba provocando un joven que cogía por fin el tenedor, lo separaba del cuchillo en su envoltorio común, tomaba un pedazo de comida y se la llevaba a la boca. Mientras masticaba iba cruzando miradas tristes y llenas de significado con algunos de sus compañeros. Finalmente, el ingeniero recién graduado, siguiendo el ejemplo de la mayoría de los presentes en la atestada sala, pinchó el pedazo de boñiga que tenía delante, lo masticó... y al cabo de unos minutos de malestar, se dijo a sí mismo que en realidad aquello no estaba tan malo.


"Aquellos que no aprenden las lecciones de la Historia están condenados a repetirla".
Jorge Santayana


5 comentarios:

  1. Cada semana espero con más ansia leer "buscando a Kikan". No dejes de nunca de nutrirnos con tus palabras

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  2. tan triste como cierto.. pero no debemos rendirnos, lo jóvenes merecemos algo mejor, que además de que nos comamos la mierda pretenden que les demos las gracias..

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  3. Para mi gusto tu mejor publicación hasta la fecha. Una gran metáfora de la situación actual, contada además en un estilo que explota al máximo tus cualidades en la escritura, que para mí son bastantes.

    Congrats!!!

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  4. Cada día eres un poco más grande, Kito...
    Un consejillo: si puedes, asigna un color de fuente un poco más oscura para facilitar la lectura.

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  5. ¡Adelante jóvenes del mundo; sólo vosotros podéis mitigar tanto asco como nos rodea!. Habéis trabajado duro y os habéis convertido en estos adultos responsables que miran al futuro con valentía. Mucho ánimo Kikan!

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