Abrí primero el ojo izquierdo y seguidamente el derecho. Estaba siendo azotado por una luminosidad radiante que me impedía seguir durmiendo. La luna, finalizada su jornada de trabajo, había recogido todas sus estrellas y se había marchado con la noche a otra parte, dando paso a una espléndida y soleada mañana de Mayo.
Una vez desperezado, me levanté y dibujé algunos pasos sobre un suelo blando y sumamente irregular, blanquecino. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que aquello era muy extraño. ¿Dónde me encontraba? Un escalofrío súbitamente recorrió todo mi cuerpo y me hizo estremecer. Por suerte conseguí relajarme y a los pocos minutos me invadió una sensación de comodidad, de que aquel lugar me resultaba de alguna manera familiar. ¿Cuánto tiempo llevaba viviendo allí?