27.12.13

La interpretación de la realidad

¡Ding dong! Navidad, navidad, dulce Navidad

El sábado por la mañana unos niños pandereta en mano llamaron a mi casa cantando villancicos. Ohhh qué recuerdos…  me acordé de cuando era yo el que iba haciendo ruido por las casas para juntar dinero que gastarnos en golosinas. Me pillaron un poco tierno y salí a darles algo, “Tomad un euro chicos”. Los dos chavales que parecían rumanquíes (entre rumanos y marroquíes) sin mirarme siquiera me dijeron algo en rumaquí (entre rumano y marroquí) que me sonó más a “¿Un euro? Joputa!” que a “Que Dios te bendiga, amigo mío”. 

Pues debe ser que mi Dios y su Dios o no se han dado el móvil o se han bloqueado en el whatsapp porque por la tarde yo creo que me rompí un dedo jugando al fútbol, lo que me impulsó a pensar que “¿Un euro? Joputa!” era la respuesta ganadora aunque realmente no hubiese entendido al niño.

La conclusión, que suele ir al final de los textos pero como soy todo bondad os la adelanto, es que la realidad de lo que nos ocurre depende en gran parte de nosotros, de lo que interpretemos. Si somos optimistas pensaremos que el niño me dedicó su más preciada bendición y suerte en mi futuro, si somos pesimistas pensaremos que por culpa del cabrón del niño me rompí el dedo gordo del pie. Cómo nos vaya en la vida depende principalmente de cómo nos la tomemos nosotros. Pensar que todo el mundo está contra ti o que todos tienen buenas intenciones, depende y es elección tuya porque siempre encontrarás razones para justificar que así sea.

Pero, ¿por qué siempre tendemos a pensar mal? No lo sé… quizá es un mecanismo de autodefensa, pensar mal para no crearnos ilusiones que luego se rompan y nos causen disgustos. O espera, se me acaba de ocurrir otra, puede ser que para justificar que nosotros también actuemos mal en determinados momentos. “Piensa mal y acertarás” dijo algún iluminado del que ser su colega debía ser chungo chunguele. Y es que todos tenemos amigos que ven siempre todo negro, tan negro que en vez de hablar deberían rapear. Los conocerás por frases como “Nos estamos quedando calvos”, “No lo hagas que la vas a liar” o “Joder, no te pagan una mierda y encima te explotan”.

Por el contrario, ¿qué pasa con esos amigos que siempre nos ven bien, que aplauden y apoyan todas nuestras decisiones? ¿De dónde vienen? ¿Para quién trabajan? Frases del estilo “¡Qué bien te veo!”, “¡Me alegro mogollón por ti!” o “¡Joder, qué trabajo más interesante tienes!”. Estos amigos son tan positivos que hasta desconfiamos de ellos. Yo personalmente creo que están contratados por los ayuntamientos, pero al fin y al cabo qué más nos da que se ganen un sueldecillo a final de mes, la realidad es que nos hacen sentir bien y también ser mejores.

“Pero es que hay que ir con la verdad por delante”. No, no nos interesa la verdad. Lo que necesitamos es gente que nos apoye, que nos ilusione, que nos haga soñar, aunque nos mientan. Gente que nos haga feliz.

PD: Os he dicho alguna vez lo majos que sois…