12.12.12

Annie Hall


Noventa minutos de borrachera de ingenio...y una resaca de varios días de reflexión.

No soy un gran entendido en cine, sino simplemente un aficionado corriente. Sin embargo, eso no me priva de disfrutar de una experiencia deliciosa cuando cae en mis manos una de esas joyas que me hacen comprender por qué a la gran pantalla se la conoce bajo el nombre del séptimo arte.

Ahórrense los calificativos que merezco por no haber visto este film de 1977 hasta el año 2012, pero si algo les aseguro es que la espera ha merecido la pena. 

Ganadora de cuatro Óscars (los de Mejor Película, Director, Guión Original y Mejor Actriz para Diane Keaton), esta obra de Woody Allen aborda temas como la incapacidad para disfrutar de la vida, la muerte, el psicoanálisis y sobre todo, la irracionalidad de los sentimientos y del deseo en las relaciones personales, y más concretamente, en las relaciones de pareja. Esta idea central queda simbolizada a través de la montaña rusa donde el protagonista Alvy Single (el propio Allen) vivió su infancia y que a su vez caracteriza a la perfección todas sus relaciones con mujeres a lo largo de su vida, en especial la que mantiene con Annie Hall (Keaton), de la que nos lo cuenta todo: su inicio y sus evoluciones e involuciones. 

Asimismo destacable resulta la manera en que el personaje redondo de Annie se desarrolla durante la película, experimentando un gran crecimiento personal. En contraposición, Single resulta ser un tipo plano cuyas ideas permanecen fijas a lo largo de la misma.

No obstante, lo que convierte a mi juicio esta película en algo tan singular es la maestría con la que el genio Neoyorquino rompe con las reglas cinematográficas para jugar con el espacio, el tiempo y la narración, que desaparecen tal cual los conocemos para cobrar vida y dejarnos boquiabiertos, siendo manejados completamente a su antojo. Así nos encontramos con todo lujo de recursos, tales como flashback, escenas donde los personajes observan tiempos pasados desde el presente, empleo de la pantalla partida en la que las historias terminan entremezclándose, conversaciones del protagonista tanto con la cámara como con personas de la calle que en realidad son su propio subconsciente... y un largo etcétera que hacen de la cinta algo impactante, que no deja de sorprendernos en cada uno de sus minutos de duración.

A todo esto, como siempre en el caso de Allen, hay que añadir los ingeniosos diálogos que mantienen sus neuróticos personajes, cargados de humor absurdo y sarcástico, que sin duda se han transformado en una de las señas de identidad del director.

En definitiva, en mi opinión se trata de un film que además de provocar reflexión y carcajada a partes iguales, derrocha frescura y originalidad por los cuatro costados.Verdadero arte amigos míos. Si no la han visto desde luego no se la pierdan. Aquí les dejo la primera escena en versión original...para que abran boca: 








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