15.1.13

En los talones de Kelvin F. (parte II)

Nombre: Kelvin. Apellidos: Fahrenheit. Edad: 30. Sexo: varón. Estado civil: soltero. Dirección, número de la Seguridad Social, colegio, estudios... Podría pasarme así toda la eternidad, rellenando formularios en los que la respuesta es directa y conocida. No es que no me atreva con retos intelectuales más elevados. Ocurre que es de las pocas situaciones en que es casi imposible que aparezca la duda. La Duda.


Uno de los motivos por los que he decidido apoltronarme en mi puesto como analista de Macrosostenibilidad de Procesos Endo-productivos es precisamente eso mismo, la huida de la Duda. A pesar de que ni yo ni ningún colega conocemos el objeto, finalidad o justificación de mi quehacer en la empresa, puedo enorgullecerme de realizar un trabajo tan plano que es literalmente imposible que me surjan dudas. Cero por cien de probabilidades. De hecho, mi cometido lo podría realizar un simio. Pero no lo realiza un simio - no uno con pelo en la espalda -. Lo realizo yo, porque para mi puesto de trabajo es un requisito "sine qua non" ser poseedor del título de Superingeniero de Recursos. Yo lo soy, como ya mencioné en otra ocasión. La vida es así de dura para los simios peludos.

Llevo casi siete años en el mismo cometido, así que deben de estar muy contentos conmigo; supongo que seré el perfil idóneo para mi desempeño. Los que deben estarlo son los Christians Greys que dirigen mi empresa. Son, con mucho, las personas más seguras de lo que dicen que he conocido nunca. Esto es, nunca les tiembla la voz, ni usan coletillas como "digo yo" ó "más o menos". Los Greys nunca terminan sus discursos con un "¿no?" que permita atisbar un halo de esperanza en su debilidad. Maltratan a la Duda ya estén hablando de la Bolsa, el alcalde o el partido de anoche. A veces me pregunto si es una pose, una máscara, y cuando se baja el telón y se miran al espejo - en el camerino - , no pueden evitar una carcajada. Y yo aquí, tan majo, ni siquiera al analizar todo esto escapo de mi incapacidad para encontrar certezas. Qué bueno... Twitter, Facebook e internet en general tampoco me hacen ningún favor. Observo anonadado como cualquier pelagatos defiende ideas contundentes sobre cualquier tema con vehemencia, tenga o no instrumentos para entenderlo. ¿De verdad que no se ríen de sí mismos en su camerino? ¿Ni lloran? Qué envidia...

- ¡Pero en qué coño piensas! - Me saca de mis ensimismamientos Julio, un compañero analista, con una fortísima colleja -. ¡Quieres acabar ya el puto formulario! Que sepas que los Greys insistieron en que teníamos que entregarlos ayer, - fingiendo mucha seriedad -...y además, dijeron que eran imprescindibles para que la labor del Departamento de Macrosostenibilidad siga siendo un jeroglífico indescifrable.

- Jo. Jo. Jo. ¡Feliz Navidad! Eres la monda, Julieta - Le intento devolver la colleja pero la esquiva, creo que porque he dudado un instante si darle fuerte o flojo -. Al final, el formulario será para sortear un viaje al Caribe entre los participantes, ya verás...

- ¿Caribe? Seguro que tú preferirías un convento benedictino sin...

- ¡¡¡PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!! 

Un horrible pitido que sale de los altavoces provoca que decenas de cabezas de suricatos emerjan de golpe por encima de los armarios separadores de oficinas, mirando en todas las direcciones, como escudriñando la sabana para localizar al depredador. A los pocos segundos, los suricatos se han relajado y vuelven a sus madrigueras, justo después de escuchar por los altavoces la voz pausada de uno de los Greys:

- Kelvin Fahrenheit, suba inmediatamente al despacho de dirección...



... Continuará...

2 comentarios:

  1. Kelvin Fahrenheit será feliz mientras le acompañe su sentido del humor; por otro lado su mirada poética y literaria del mundo, su juventud y su capacidad de asombro harán que su vida sea muy atractiva....

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  2. El pobre de Kelvin tiene demasiado miedo a ser libre...me da mucha pena :-(
    A ver cómo evolucionan historia y personaje.

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