26.12.12

Sin palabras


"El silencio no tiene límites, los límites los pone la palabra" Marcel Marceau, conocido mimo francés de fama mundial. 



El silencio es una de las armas más poderosas de que disponemos, aunque por desgracia la disparemos en tan contadas ocasiones. De posibilidades infinitas, es capaz de tocar a la gente más profundamente de lo que lo haría cualquier vocablo. Posee además la facultad de estar completamente abierto a lo que la persona desee pensar y sentir. Así, nos topamos con silencios que besan. Hay otros que matan, que comprenden, que comparten, que acarician... cada uno es especial y distinto.

Con esto no pretendo ni mucho menos menospreciar la palabra, a la que se lo debemos todo. Gracias a ella somos capaces de comunicarnos y especialmente de pensar. Mas sólo querría poner de manifiesto que la palabra es muy explícita y todo lo expresa, todo lo dice, lo limita. En parte, dota a las personas con las que interactuamos y a sus comentarios de cierta monotonía y los vuelve predecibles.

Por el contrario, en el silencio nosotros aportamos nuestra propia pincelada, nos convertimos en arquitectos de la realidad que nos acontece. De esta forma, permite que la imaginación cree parte de nuestro mundo, que oiga lo que quiera oír, que vea lo que quiera ver, que sienta lo que quiera sentir. No existen límites más que los que tu propia mente decida establecer. Las posibilidades se vuelven infinitas.

Por tanto, con más silencio y menos palabra nuestro entorno y los que nos rodean se asemejarían más a lo que anhelamos que sean y menos a lo que realmente son, transformándose todo en un juego en el que nosotros mismos seríamos los responsables de fijar las reglas.

Socialícense, conozcan, dialoguen todo lo que puedan. Pero de vez en cuando embriáguense de silencio junto a sus amigos, su pareja, su familia o alguien a quien acaben de conocer. Ayúdense del lenguaje no verbal y con tan solo una mirada, una sonrisa o una caricia, exprésense mutuamente apoyo, amistad, deseo... hagan el amor o lo que a ustedes les sugiera, sólo traten de disfrutar del maravilloso viaje.

Me despido transmitiéndoles que me encantaría que me dieran su opinión sobre lo que se expone en este artículo, aunque si finalmente deciden guardar silencio, dará comienzo el juego en el que seré yo el encargado de generar sus opiniones, de poner palabras a sus enmudecidos comentarios.

14.12.12

Canto a las hormigas


Una, dos, tres y mil, corretean siempre las hormigas.
Cada pasito es una mochila más de cemento en las espaldas herniadas,
pero las patas son finas, y cargan sin tino, siempre pudieron,
a casa sustento llevándose van, guardando energía... por si los hombres.

Nunca verán a la hormiga reina, ni al hormigo rey, (¡qué olvido, Hormigos!...),
-¿Conocerán Insectopía?, -¡Jamás se permita!, tal nombre es más bonito si queda en quimera.
Y mientras entre palabras quede, la cuesta se empina pero es llevadera.

Ánimo, Mujer, que esa tierra seca de Castilla es tu escalera,
¿qué sé yo hacia dónde?, si yo lo supiera... no estaría solo, con estas rarezas.
Fuertes las patas y anchas espaldas, un año más que vences al tiempo,
bien sabes que largo es el camino, y en cualquier quiebro ya nos veremos.


12.12.12

Annie Hall


Noventa minutos de borrachera de ingenio...y una resaca de varios días de reflexión.

No soy un gran entendido en cine, sino simplemente un aficionado corriente. Sin embargo, eso no me priva de disfrutar de una experiencia deliciosa cuando cae en mis manos una de esas joyas que me hacen comprender por qué a la gran pantalla se la conoce bajo el nombre del séptimo arte.

Ahórrense los calificativos que merezco por no haber visto este film de 1977 hasta el año 2012, pero si algo les aseguro es que la espera ha merecido la pena. 

Ganadora de cuatro Óscars (los de Mejor Película, Director, Guión Original y Mejor Actriz para Diane Keaton), esta obra de Woody Allen aborda temas como la incapacidad para disfrutar de la vida, la muerte, el psicoanálisis y sobre todo, la irracionalidad de los sentimientos y del deseo en las relaciones personales, y más concretamente, en las relaciones de pareja. Esta idea central queda simbolizada a través de la montaña rusa donde el protagonista Alvy Single (el propio Allen) vivió su infancia y que a su vez caracteriza a la perfección todas sus relaciones con mujeres a lo largo de su vida, en especial la que mantiene con Annie Hall (Keaton), de la que nos lo cuenta todo: su inicio y sus evoluciones e involuciones. 

Asimismo destacable resulta la manera en que el personaje redondo de Annie se desarrolla durante la película, experimentando un gran crecimiento personal. En contraposición, Single resulta ser un tipo plano cuyas ideas permanecen fijas a lo largo de la misma.

No obstante, lo que convierte a mi juicio esta película en algo tan singular es la maestría con la que el genio Neoyorquino rompe con las reglas cinematográficas para jugar con el espacio, el tiempo y la narración, que desaparecen tal cual los conocemos para cobrar vida y dejarnos boquiabiertos, siendo manejados completamente a su antojo. Así nos encontramos con todo lujo de recursos, tales como flashback, escenas donde los personajes observan tiempos pasados desde el presente, empleo de la pantalla partida en la que las historias terminan entremezclándose, conversaciones del protagonista tanto con la cámara como con personas de la calle que en realidad son su propio subconsciente... y un largo etcétera que hacen de la cinta algo impactante, que no deja de sorprendernos en cada uno de sus minutos de duración.

A todo esto, como siempre en el caso de Allen, hay que añadir los ingeniosos diálogos que mantienen sus neuróticos personajes, cargados de humor absurdo y sarcástico, que sin duda se han transformado en una de las señas de identidad del director.

En definitiva, en mi opinión se trata de un film que además de provocar reflexión y carcajada a partes iguales, derrocha frescura y originalidad por los cuatro costados.Verdadero arte amigos míos. Si no la han visto desde luego no se la pierdan. Aquí les dejo la primera escena en versión original...para que abran boca: 








Lo importante


hyjjj
Existen pocos términos que usemos continuamente de un modo tan vago e impropio como la palabra "importante". Ganamos importantes sumas de dinero (no ingentes), percibimos diferencias importantes (no sustanciales), o decimos que hace un frío importante (no intenso). ¿Nos hemos olvidado de qué es lo importante, y por eso usamos el vocablo como sinónimo de grande? Cuando estoy a punto de retirarme a mi frecuente montaña de la desesperanza en la raza humana, voy y me topo con el programa del Follonero del último domingo (lo recomiendo entero, 49 minutos, y especialmente los vídeos quinto y sexto), y encuentro un hilo de clarividencia. 

El capítulo, titulado "Con la comida no se juega", es una mirada rápida al ciclo de los alimentos de primera necesidad que, por diversos motivos, tras su recolección y/o comercialización son retirados del mercado y eliminados, cuando irónicamente ya más del 20% de la población en España (cuesta creerlo, pero eso dicen las estadísticas) tiene dificultades económicas para poder acceder a ellos. Resulta que una parte de estos productos que enfilan el vertedero es recuperada por bancos de alimentos, cuyos voluntarios los reparten a quien los demande. Pan, arroces, aceites, conservas, incluso frutas y vegetales.

La mueca torcida de Jordi Évole -y la mía- atiende entonces a un trabajador social explicando la sensación de verguenza, frustración, y a veces agresividad que proyectan las familias que, viéndose de nuevas en estas lides, hacen la que parece ser la única cola sin buena publicidad en este país nuestro. Cuenta que estas personas sienten que con ese gesto pierden la dignidad. Me pregunto si es la dignidad de la que se hicieron acreedores cuando obtuvieron su hipoteca, o mandaron a sus hijos a la universidad para que salieran pre-parados, o pudieron irse a la playa todos los veranos... No sé.

A los jóvenes españoles -perdón, a la mayoría de los jóvenes españoles- ya se nos está dejando bien claro que "no vamos a vivir mejor que nuestros padres"... eso sí, tomando como escala de medición el PIB, la renta per cápita o el umbral de pobreza. Lo estamos asumiendo. Pero está en nuestras manos arañar nuestras cortezas y redescubrir qué era lo importante. Los jóvenes voluntarios de los bancos de alimentos y tantos otros ya han sentido la llamada de un humanismo olvidado, en el que debemos reencontrarnos, y me enorgullezco de ellos. 

Quiero ser el día de mañana un viejo con arrugas no de aturdimiento ni de extrañeza, sino de sabiduría y de dignidad recuperada. Bucear este tsunami y volver a respirar no es "Lo imposible", es "lo importante". ¡Compañeros, vamos a por ello!





29.11.12

Desprenderse de la hoja caduca

Vivíamos una época gris y de tormentas. Las nubes lloraban desconsoladas ante la inminente llegada del Otoño, quien, cabalgando a lomos del viento, había hecho su entrada triunfal decidido a batirse en duelo ante su más temido adversario, el Verano, con el firme propósito de desterrarlo hasta cuando menos, el Junio venidero.

En medio de esa vorágine, robusto y de unos 10 metros altura, yacía aquel arce de hoja palmeada y largas ramas, el cual había decidido establecer su hogar en mitad de un tupido bosque de pino piñonero. Allí sin duda se había convertido en la nota discordante de aquella sinfonía de acículas punzantes y enormes piñas.

Durante un largo período de verde rutina, la arboleda había disfrutado de tórridos días y estrelladas noches a la luz de la luna, había presenciado barbacoas familiares a las que niños y mayores acudían tras cerciorarse de haber guardado ruidos, atascos y prisas en el cajón de los domingos, de donde no serían retirados hasta la mañana siguiente.

Sin embargo, aquellos días de calor se habían esfumado, y ante la inminente llegada del frío, nuestro arce había sacado a relucir un precioso vestido carmesí muy llamativo a la par que elegante, y que sin duda hacía las delicias de cualquier transeúnte, humano o animal. Este hecho, por supuesto, no había pasado inadvertido para el resto de pinos, que morían de envidia encerrados en sus monótonos caparazones verdosos, invariables en tiempo y espacio.

Lejos de ser embriagado por las adulaciones que habitualmente recibía, el arce se encontraba encerrado en sí mismo. De una parte, llevaba ya un tiempo meditando acerca de su vida y del papel que desempeñaba en la pequeña comunidad del bosque, así como analizando algunos aspectos que detestaba de sí mismo, de su propia arbolidad. De otra, estaba un poco harto de ser la diana de halagos y celos a causa de su exuberante e indiscutible belleza bermeja. Nadie se había detenido a valorarlo por las que él consideraba sus mejores cualidades: la fortaleza de su tronco, la profundidad de sus raíces, la sombra con que cobijaba a los caminantes...

Empachado por todo aquello y en un alarde de valentía, se atrevió a deshojar su margarita, desprendiéndose así de todo lo que le oprimía. Pintó de carmín los labios del viento, cuyo rojizo susurro se extendió a lo largo y ancho del bosque. Jamás sus vecinos los pinos atisbaron a comprender semejante actuación, por lo que frecuentemente se carcajeaban a sus espaldas. Se había transformado en el hazmerreír de la arboleda. Pero nada de eso le importaba. Cierto es que se había quedado desnudo mostrando al mundo su verdadero rostro, y que seguramente no era el más bello, pero al menos ya nadie lo querría por mero interés. Se sentía libre y con fuerzas para empezar de nuevo, para buscar aquella identidad con la que hallarse feliz y en paz consigo mismo. Libre para perderse, para encontrarse...para VIVIR.




23.11.12

Mis musas

Musas que vienen, musas que se van, 
ahora fluyen estos versos por aquí, y no estás.
Rima consonante, o rima vocal, 
la ecuación es diferente, no tan diferencial.

Ritmo, pausa y ritmo, quería crear,
y queríalo contigo, cuidar de este animal.
Más que tus caricias, me falta el olor
que esta musa sustituta ya arrasó sin pudor.

Ahora, mis sueños ya no son lo que eran,
son películas sin miedo, y las recuerdo enteras.
Son sabias neuronas, detectando que aquí,
de sosiego y de "te quiero" ya no tengo mi kit.

Musas que vienen, y musas que van,
no resignaré tan fácil mis ganas de volar.
Estúpida lucha que no quiero ganar,
esta mierda de partido la juego de local.

Ya he convencido a mi musa actual, 
grito fuerte desde el pecho: musa buena, ¡ven ya!



(*) Este poema va sin fotografía; las musas desaparecen si se las representa....

22.11.12

Inquebrantable

Esta entrada es una aportación al blog de..."Gity"

La noche con su inquebrantable baile,
musitaba palabras imaginables,
coqueteaba con las sombras,
de damas y señores.

La noche despertaba sueños,
humedecía labios en absenta,
brillaba en ojos vivaces,
vociferaba canciones de amor.

La noche dispersaba sábanas,
amanecía sin camisas,
bordaba con rojo carmín,
el camino largo de la vida.







19.11.12

En los talones de Kelvin F.

"Menos mal que no hace un día de estos bochornosos, ¡que sólo faltaba!". Tras una jornada más en la oficina, uno de esos días que no pasará a la historia por su singularidad, estoy dejando que mis piernas efectúen esa tarea que aprendieron hace mucho tiempo: caminar. Mi nombre es Kelvin F., y como buen Homo Sapiens adulto que me considero, normalmente no soy consciente de este logro de la evolución. Es decir, no me fijo en que estoy realizando un conjunto de movimientos armónicos que me permiten avanzar en un plano pseudo-horizontal. Pero hoy sí. A cada paso cuesta arriba por las irremediablemente empinadas calles de esta ciudad se me frunce un poco más el entrecejo. Van unas cuantas, y mi frente es ya el reflejo de la orografía local: cansada y arrugada.

La verdad es que soy una persona con tendencia a la agonía innecesaria. El episodio en que me hallo sirve como muestra: voy andando del trabajo a casa porque hoy los autobuses no pasan por su parada a la hora estipulada. Y eso no me gusta. Tampoco he visto pasar a ningún taxi libre en los 20 minutos que dura mi marcha. Y eso si que no me gusta. Yo soy muy de taxi. A veces, sin tener ninguna prisa para llegar a algún sitio, y estando en la parada de bus esperando a uno que me llevaría a mi destino,voy y cojo un taxi. Para ahorrarme 10 minutos a lo sumo. No sé, me gusta sentir que puedo permitírmelo. Además, me autosugestiono pensando que, total, el taxi en mi ciudad es muy barato en comparación a otros medios de transporte, y que el tiempo también tiene su valor monetario, etc. Son ese tipo de cosas que me enseñaron en la facultad de Superingeniería de Recursos, de donde salí licenciado cum laude. Pero me estoy yendo por las ramas y se me olvida que estoy cabreado.

En mi obligado paseo, cuya duración he estimado en 45 minutos tras analizar unas cuantas veces qué ruta es la mejor en base a la optimización de los parámetros "distancia a recorrer-tiempo a invertir-desnivel acumulado-probabilidad de encontrar un taxi libre", no camina nadie en mi sentido. De hecho, todas las personas que me encuentro van en sentido contrario. Todas van bajando, y parece que van aumentando en número a medida que pasan los minutos y voy accediendo a vías de mayor tamaño. Si fuera ese tipo de persona que analiza lo que le sucede desde muchos puntos de vista, seguro que se me ocurriría una metáfora perturbadora. Tú subes, el resto baja. A ti te está tocando bastante los huevos este contratiempo, pero la gente lleva tan bien la tarde que incluso algunos cargan con banderas y alguna pancarta, a modo de celebración. Allá van 5 o 6 que hasta ya se animan y entonan unos cánticos. No soy tampoco una persona propensa a la violencia, pero si lo fuera diría que se afanan en buscarme las cosquillas, que me están vacilando... "¡Venga ya, Kelvin! ¡ Cómo se te va la olla!".

Llego a casa, por fin: el descanso del guerrero. Entro tan excitado por comenzar mi rutina estipulada (quitarme corbata, traje y calcetines, revisar las redes sociales en el ordenador, sacar a pasear al perro y tirar la basura) que ni saludo a mi compañero de piso. Está viendo la tele, creo, y me parece oír de fondo algo sobre "...servicios mínimos..." o "...masivas concentraciones en las principales...", pero no lo llego a escuchar del todo, porque ya estoy entrando en mi habitación. Con un calceltín a medio sacar, tacho el día de hoy en el calendario: 14 de noviembre. Qué cinematográfico me parece ese gesto.

Joder, estoy exhausto... Bueno, hay que descansar, que mañana será otro día, exactamente igual que hoy.


12.11.12

Se está levantando un muro


Se está levantando un muro
entre esa casa y la mía,
apenas por mi ventana  
penetra ya luz del día.

Con mi alma puesta en el pico
y el corazón en la pala
pretendo yo hacerle un ojo
con que avistar el otro ala.

Muro que sueños obstruyes
nadie pidió que vinieras,
recoge todos tus cantos
y apártate de mi vera. 

Se está levantando un muro
entre tu casa y la mía,
el día en que lo derribe
escucharás mi poesía.




7.11.12

Temas de ayer, hoy y siempre

Muchas veces, las sequías más persistentes dan paso a las tormentas más copiosas. Basten como ejemplos los recientes episodios en EEUU, con el huracán Sandy, o en Canarias, salvando las obvias diferencias entre uno y otro. Por hacer uso de la alegre figura literaria del símil, mi amado Atleti ha vivido los últimos meses unas necesarias inundaciones de buenos resultados, tras unos lustros de bochornosas actuaciones, digamos... desde que tengo uso de razón futbolera. Por otro lado, la sequía de mi producción bloguística en las últimas semanas me ha obligado a darme dos sonoras bofetadas, a ver si espabilo y llega la crecida. Como la cruda realidad me tiene seco de ideas, se me pasó por la cabeza tirar de dos topicazos españoles, muy útiles a la hora de rellenar silencios prolongados y/o embarazosos como el que nos ocupa: 1) el tiempo (tema que doy por tratado con el ¿forzado? binomio sequía-tormenta) y, por supuesto, 2) la política.

Tras las recientes elecciones, gallego-vascas primero y americanas después, me he permitido indagar (vía titulares de elpaís.com y poco más, tampoco nos pasemos de meticulosos) en las raíces mismas del sistema. Es decir, al salir en la tele el/la político/a chanchullero/a y basto/a de turno ¿cuántas veces no se ha preguntado últimamente el astuto lector, con expresión de asco, "pero cómo habrá llegado ese/a tío/a ahí..."? La respuesta de manual sería "el pueblo le votó". La real, al menos en España, es más bien: "de acuerdo al sistema electoral vigente, establecido por los políticos producto del propio sistema, un treinta y poco por ciento de la población con derecho a voto lo hizo por unas siglas que acogen a una macedonia de personas, cuya valía o competencia desconocen la práctica totalidad de los electores". Por no hablar de unos cuantos matices más, que no es que desconozca (qué va, qué va...), sino que opto por racionalizar para futuras entradas en este blog, por si la sequía se recrudece.

Tampoco es que en Estados Unidos hayan descubierto la pólvora. Sí, es cierto que allí cada condado, de entre entre 500.000 y 1 millón de personas por término medio, elige previamente por votación directa al tipo que se presentará a las generales en su nombre. Muy democrático y campechano. Ahora bien, en las elecciones generales del martes, en cada estado, que aglutina de 3 a 55 condados, según tamaños, da igual obtener el 51% o el 99% de los votos, ya que el resultado será el mismo: el partido con mayoría se lleva todo el pastel de representantes del estado, y el perdedor, ninguno. Un sistema apoyado sólo por los amantes del deporte del "lanzamiento a pelo de diputados de Izquierda Unida y UPyD desde el precipicio del Cañón del Colorado" (el nombre está aún por patentar).

Anyway, intuyo que no soy el primero ni el trigésimo millón al que se le pasa por la cabeza la necesidad de establecer un sistema que haga honor a su nombre. Si se llama democracia, que se parezca algo más a lo que aprendes en el colegio que esa palabra significa. De modo que 1) quiero elegir a quién estoy votando, y 2) ¡cada tío que vota tiene que tener el mismo valor!. No es muy complicado... ¿o sí?

17.10.12

La oveja Pepe

Pepe abrió con parsimonia la puerta de casa. Se encontraba exhausto, aunque paradójicamente esbozaba una radiante sonrisa. Tras treinta y dos años de madrugones y extenuantes jornadas de trabajo en la fábrica de coches, por fin había llegado el día de su jubilación. Harto de soportar aquel ruido ensordecedor día tras día, de aquel trabajo repetitivo hasta la saciedad, hoy sentía cómo su cara era por primera vez acariciada por la brisa de la libertad. Embriagado por este aroma, recostó su rechoncha figura en su sofá de cuero y, tras servirse un whisky doble, dedicó las siguientes horas del día a vislumbrar los prósperos años que le quedaban por delante.

Algunos meses más tarde, Pepe había confeccionado su propia rutina: Ocupaba las mañanas en los quehaceres domésticos. Después de las comidas, disfrutaba de café y largas partidas de dominó en el descuidado aunque extrañamente acogedor "bar La Placita", a escasos metros de su casa. Finalmente, tras su habitual paseo por las bulliciosas calles de asfalto madrileño, acostumbraba a cenar una ensalada de tomate y pepino y algo de fruta, mientras ojeaba en la caja tonta algún programa que lo mantuviera entretenido hasta las 12, hora en que con puntualidad británica, procedía a acostarse. 
Así transcurría su día a día a excepción de los sábados, cuando a menudo acudía visitar a su hermana Marta y a sus dos sobrinos, los cuales vivían en un hermoso chalet moderno en el extrarradio, y que procuraban hacerle un hueco en sus apretadas agendas llenas de trabajo, clases y coladas.

Con frecuencia solía el bueno de Pepe echar la vista atrás, recordando con nostalgia el tiempo en que se jubiló su madre, cuando aún vivían todos en el pueblo. Se regodeaba acordándose de sus visitas diarias vestida siempre con aquella mirada de deliciosa ternura, y de aquellas noches de naipes al calor del brasero. Sin duda, habían sido otros tiempos, ya lejanos. Se reía pensando en las calamidades que había sufrido cuando era joven, impensables ahora que gozaba de calefacción en toda la casa, lavavajillas, y hasta de televisión en su propio cuarto. Pese a vivir inundado por todas aquellas comodidades, en cierto modo se sentía vacío. 
Creía haber superado por completo su dolorosa separación con Marisa, pero parecía haber regresado con fuerza aquel dolor padecido años atrás, acentuado ahora por la sensación de amarga soledad.





Sin embargo, jamás llegó Pepe a frustrarse pensando en lo que su vida podría o no haber sido. Se limitó a vivir en paz, como una oveja más del redil, ya que al fin y al cabo era así como se lo habían enseñado desde niño. 
Nunca llegó a plantearse por qué después de tantos años metido en esa fábrica ahora no sabía ser libre, por qué su bañera de sueños llevaba tanto tiempo vacía, por qué no había sitio para él en un Madrid frío y desangelado...tantos años dedicados a tiempo completo al servicio de una sociedad que le volvía ahora la espalda, que había alejado a los suyos de su lado, y que ni siquiera se preocupaba por buscarle su rinconcito de luz y calor, aquel rincón que su madre sí supo fabricarse. 

Lejos de todos estos reproches, que no habrían hecho sino deprimirlo, Pepe fue capaz de proseguir con sosiego y dignidad aquella estéril vida hasta el final de sus días, cual reloj que continúa dando las horas sin descanso, sin hacer apenas ruido, sin pena pero tampoco gloria, hasta el agotamiento de su pila.

Descanse en paz

10.10.12

"¡Aleja a ese perro, que te morderá!"


Si alguno me entiende, que no me lo explique: a más ignorancia, rebosa mi psique.
 
Vuelo tan lejos, alto, sin ruido, que el viento es quien decide hoy mi camino.

Vuelo sin motor, ¿que no se acelera? Rutina, tu cara y tu alma son feas.

Brisa de dentro, atlántica y buena, limpia eso chungo, lo chachi despierta.

Pensé que era ajena, sin ser pasajera, mas surge en mis sueños, ¡muchá, enhorabuena!

Si sólo pudiera seguir mis maneras, sería aburrido, pudiera ser solo.

Pagando peajes en esta avioneta: si aguantas, marea; si saltas, te quedas.

Sin calculadora todo es excitante, cuando el viento arrecia, ya ni oigo siquiera

las voces terrenas, ¡se ven tan pequeñas! Volando sin miedo en esta avioneta.

En pleno Himalaya no hay aeropuertos, ¡maldita locura!, ajeno a si veo

la suave meseta que acoja mis huesos, me tomo un helado y me quedo en el sueño.




3.10.12

El cuento del traidor y los héroes

A finales del siglo XV, la Corona de Castilla, en un proceso de fuerte expansión económica, libraba en las Islas Canarias batallas desiguales, con el territorio y sus riquezas como botín. Los rivales eran un conjunto de tribus nativas, cuyos pobladores, los denominados "guanches", poco tenían que oponer ante aquello que les sobrevino. Si acaso, su actitud frente al enemigo.

Durante la conquista de Gran Canaria, el jefe (o guanarteme, en guanche) de una de las tribus más desarrolladas de la isla, Tenesor Semidán, tomó una decisión: prendido en la batalla, fue trasladado a la península e invitado a las negociaciones, en las que entregó los campos y gentes bajo su mandato a los poderes castellanos, y según parece, fue bautizado a la fe católica por los mismísimos Reyes Católicos. Parece lógico imaginar que sus allegados y posesiones insulares fueron respetados en los convulsos años posteriores.

Pocos meses después, el líder de la tribu rival resistía desde su refugio en una roca en las entrañas de la isla, la Fortaleza de Ansite (foto). Acompañado de poca más milicia que otro guerrero, recibió la visita de Semidán, que le recomendó entregarse. El resto es Historia, casi sacada de un cuento de buenos y malos. Los valerosos guanches, prefiriendo la muerte a la rendición, se lanzaron al vacío, despeñándose, para exaltación de la épica, al grito, de "Atis Tirma", "¡viva la montaña sagrada!".


El cuento es tan bonito por sí mismo que casi cuesta buscarle las cosquillas, pero uno se plantea en mitad de otra conquista como la que se lucha en Europa en la actualidad... ¿resistirán ahora muchos héroes? ¿abundarán los "Semidanes"? ¿quién es realmente el bueno y el malo del cuento?

PD: Para quienes permanezcan en la duda de qué hacer con sus huesos, ahí va eso: 550 años después de lo narrado, todos los municipios de Gran Canaria poseen calles principales en honor a Don Fernando Guanarteme (así renombraron en cristiano al susodicho), mientras que para llegar a la Fortaleza de Ansite se tardan 2 horas en coche desde Las Palmas, el cartel que señaliza el mirador es pequeño y propenso a ser pasado por alto, y suelen caer 30 grados centígrados a la sombra, todo el año. Al menos, el que avisa, no es traidor...