27.12.13

La interpretación de la realidad

¡Ding dong! Navidad, navidad, dulce Navidad

El sábado por la mañana unos niños pandereta en mano llamaron a mi casa cantando villancicos. Ohhh qué recuerdos…  me acordé de cuando era yo el que iba haciendo ruido por las casas para juntar dinero que gastarnos en golosinas. Me pillaron un poco tierno y salí a darles algo, “Tomad un euro chicos”. Los dos chavales que parecían rumanquíes (entre rumanos y marroquíes) sin mirarme siquiera me dijeron algo en rumaquí (entre rumano y marroquí) que me sonó más a “¿Un euro? Joputa!” que a “Que Dios te bendiga, amigo mío”. 

Pues debe ser que mi Dios y su Dios o no se han dado el móvil o se han bloqueado en el whatsapp porque por la tarde yo creo que me rompí un dedo jugando al fútbol, lo que me impulsó a pensar que “¿Un euro? Joputa!” era la respuesta ganadora aunque realmente no hubiese entendido al niño.

La conclusión, que suele ir al final de los textos pero como soy todo bondad os la adelanto, es que la realidad de lo que nos ocurre depende en gran parte de nosotros, de lo que interpretemos. Si somos optimistas pensaremos que el niño me dedicó su más preciada bendición y suerte en mi futuro, si somos pesimistas pensaremos que por culpa del cabrón del niño me rompí el dedo gordo del pie. Cómo nos vaya en la vida depende principalmente de cómo nos la tomemos nosotros. Pensar que todo el mundo está contra ti o que todos tienen buenas intenciones, depende y es elección tuya porque siempre encontrarás razones para justificar que así sea.

Pero, ¿por qué siempre tendemos a pensar mal? No lo sé… quizá es un mecanismo de autodefensa, pensar mal para no crearnos ilusiones que luego se rompan y nos causen disgustos. O espera, se me acaba de ocurrir otra, puede ser que para justificar que nosotros también actuemos mal en determinados momentos. “Piensa mal y acertarás” dijo algún iluminado del que ser su colega debía ser chungo chunguele. Y es que todos tenemos amigos que ven siempre todo negro, tan negro que en vez de hablar deberían rapear. Los conocerás por frases como “Nos estamos quedando calvos”, “No lo hagas que la vas a liar” o “Joder, no te pagan una mierda y encima te explotan”.

Por el contrario, ¿qué pasa con esos amigos que siempre nos ven bien, que aplauden y apoyan todas nuestras decisiones? ¿De dónde vienen? ¿Para quién trabajan? Frases del estilo “¡Qué bien te veo!”, “¡Me alegro mogollón por ti!” o “¡Joder, qué trabajo más interesante tienes!”. Estos amigos son tan positivos que hasta desconfiamos de ellos. Yo personalmente creo que están contratados por los ayuntamientos, pero al fin y al cabo qué más nos da que se ganen un sueldecillo a final de mes, la realidad es que nos hacen sentir bien y también ser mejores.

“Pero es que hay que ir con la verdad por delante”. No, no nos interesa la verdad. Lo que necesitamos es gente que nos apoye, que nos ilusione, que nos haga soñar, aunque nos mientan. Gente que nos haga feliz.

PD: Os he dicho alguna vez lo majos que sois…

30.10.13

El encuentro

Aún permanece muy vivo en mi memoria el recuerdo de la última vez. En esa ocasión nos citamos en Suiza. Ella preparó minuciosamente el encuentro. No dejó al azar ningún detalle, por pequeño que fuera. Sin duda puso lo mejor de sí misma con el objetivo de que todo saliera a la perfección, y así fue. Llegado el momento sacó del armario sus mejores galas y me recibió con un precioso traje otoñal. Estaba radiante, imponente. Nunca antes la había visto brillar de la manera en que deslumbraba aquel día. Lo hacía con sus tonos ocres y anaranjados, con sus verdes y amarillos, incluso podían entreverse algunos bellos granates. Los combinaba derrochando gracia por los cuatro costados, con una maestría especial que engatusaba de la manera en que solamente ella sabía hacer. 
Sus exuberantes formas, aquellos contornos más bien propios de películas, tal vez de sueños, obligaban a uno a clavar los ojos sobre su excelsa belleza, a permanecer embelesado observándola durante horas y horas.
Allí detuvimos el tiempo, solos ella y yo, el susurro del viento y una fina lluvia acariciando nuestros rostros. 
Mi corazón acelerado palpitaba con fuerza. Me tumbé junto a ella y nos contemplamos, acariciamos, rodamos el uno sobre el otro jugueteando como dos niños pequeños que se reencuentran años más tarde.
Una intensa sensación de vida, de pertenencia, de profunda unidad me acompañó durante toda la velada. Fue una vuelta al origen, a la esencia, una brecha en el tiempo separado de un mundo excesivamente artificial y pomposo del que conviene alejarse a veces para no perder la perspectiva completa del cuadro.

23.9.13

Y allí estaba yo

Y allí estaba yo, saltando como un adolescente en mitad de aquel tumulto de sujetos enloquecidos por el júbilo. Jaleando la letra de aquellas canciones que había escuchado hasta la saciedad como si se tratara de mi última vez.

Todo ocurrió durante una espléndida noche de verano. Un manto de estrellas inundaba el firmamento. Corría una ligera brisa, apresurada por recoger la magia que acontecía en aquel lugar para después susurrarla a los cuatro vientos por laderas y valles. La luna, que como siempre había escogido un sitio privilegiado para la velada, observaba entretanto atentamente la escena.



12.8.13

Por la ventana del Tren

Ruge el tren, expresando el vigor del que se sabe rey de estas selvas de maíz y de girasol. Su insaciable traqueteo suena a música celestial para unos oídos que desde hace ya algún tiempo necesitan sinfonía. 
Aquí, sentado junto a la ventana, mis ojos contemplan recuerdos de días pasados, esperando las nuevas aventuras que nos aguardan en la próxima estación.
De esas aventuras y de nuevas caras, pero también de la sonrisa y el cariño de los que en este periplo me acompañan, iré llenando esta mochila que llevo a cuestas, y que volverá seguro rebosante de sueños y memorias, que ojalá forjen en hierro los lazos entre estos cuatro jinetes que un buen día decidieron partir a la conquista de Europa.


13.7.13

El Guardián entre el Centeno (The Catcher in the Rye)


Publicado por J.D. Salinger en 1951, "El Guardián entre el Centeno" se ha convertido en uno de los clásicos de la literatura del siglo XX. 

Tenía una gran curiosidad por desvelar si el libro realmente hace honor a los méritos que se le atribuyen, o al menos si yo iba a ser capaz de sacarle el jugo a la obra. Pues bien, la experiencia ha sido altamente satisfactoria, no me ha defraudado en absoluto.

La Segunda Guerra Mundial ha concluido. En ese Nueva York de posguerra es donde se desarrolla la novela, que narra las vacaciones de Navidad de Holden Caulfield, un adolescente sumido en una profunda depresión al encontrarse terriblemente perdido, sin encontrarle un sentido a su vida, carente de ilusión alguna. Se ve incapaz de encontrar su sitio en una sociedad artificial y frívola, 
llena de convencionalismos vacuos. Una sociedad habitada por adultos hipócritas, materialistas e interesados. Para Holden, tan solo la ingenuidad que caracteriza a la infancia escapa a ese mundo podrido, una ingenuidad que él ya está comenzando a perder. Los valores que representa esa etapa dorada de la vida quedan recogidos en la figura de su hermana pequeña Phoebe, a quien admira profundamente. Ojalá no tuviera que hacerse mayor...

20.6.13

Amor... al otro lado de la Primavera

Perduras sólo tres meses
seductora Primavera,
extasiado por tus flores
la vida vale la pena.

Corazones antes yermos
bordaste rojo amapola,
de estómagos sin capullo
¡brotaron mil mariposas!

3.6.13

Bambi, tú antes molabas

En el Telediario de La1 de Televisión Española últimamente abundan noticias que podemos etiquetar como "de final feliz". Vienen a atender a ese juicio muy popular que habitualmente se escucha en los hogares hispánicos a eso de las 15:25h, con la boca semillena de lentejas, mirada perdida y masticar lento: "¿¡Cago'n-dios, to' son desgracias!?". Tras casi media hora de letanía con temática depresiva (trajeados elementos -locutores- dando pie a otros trajeados elementos -políticos- que se dedican, de facto, a arreglar el cuerpo a unos pocos y a joder a la mayoría; cuando no una/s desgracia/s provocada/s por la Naturaleza o alguno de los que la habitan) llega el momento de rebajar la elevada densidad de la programación, para regocijo del de las lentejas. Mientras en las cadenas privadas ya llevan su buen rato con broza (en su 4ª acepción según la R.A.E.) del tipo entrevista a pie de calle al ciudadano medio para confirmar algo obvio que ya se ha mencionado en la frase previa, rellena minutos que da gusto y no puedo dejar de ver una y otra vez aunque me den ganas de arrancarme los ojos (-"Mucho frío, ¿verdad?" -"Sí, hija, aquí a estas alturas nunca había hecho tanto frío y yo llevo aquí viviendo 31.267 años"...) o, con un poco de suerte, se muestra algo de cacho bajo cualquier mínimo pretexto, en TVE esta sección la ocupan noticias que son un verdadero coñazo. Una nueva empresa online creada por insulsos emprendedores (¡¡AVISO!!, palabra MUY guay en 2013) gracias al apoyo de cierto ente de la Unión Europea, una conferencia con la princesa Letizia hablando en una conferencia sobre "el uso del lenguaje en época de crisis" (ufff.....¿no habíamos quedado que los trajeados se acaban a las 15:30h?) o, agárrate la mandanga, los beneficios de rezar más para pasarlo menos mal por los pesares de la crisis. Muy jodido todo ello, lo cual da lugar a plantearse la cuestión: ¿por qué tanta bondad?


La primera sensación, que parece coincidir con la versión oficial de los hechos, es que la cadena pública está tratando de promocionar esas pequeñas historias de éxito personal o colectivo para compensar la avalancha de noticias mierdosas económico-polítiqueras, y así levantar la moral de la tropa. Si quien está detrás de todo eso fuese un ser extra-planetario me sentiría halagado, pero dudo mucho que quienes manejan los medios de comunicación (llámense grupos empresariales, gobierno, poder, altísimos intereses en definitiva) se preocupen tanto por mi integridad, mientras en otros ámbitos no cesan de atentar contra el bienestar y la inteligencia de los súbditos con evidencia y alevosía. No creo que poblar telediarios de chicas monas del estilo Marta "bambi" Jaumandreu (foto) sirva para engañar a unos espectadores que, por otra parte, tienen muy fácil cambiar de canal para ver a otras chicas incluso más monas mostrando manifestaciones, huelgas sectoriales, indignación, cabreo. Parece entonces que la intención última de esta tendencia es ejercer influencia (los medios de comunicación masivos son eso y casi sólo eso; al fin y al cabo, la información ya la obtiene el que la quiere buscar por fuentes más directas y fiables) y domesticar a los doloridos ciudadanos. ¡Como si el fútbol no fuera ya suficiente narcótico! 


Si algo molesta más que la tortura es que a uno lo tomen por tonto. Bambi, tú antes molabas.




13.5.13

Sin los pies en el suelo


Abrí primero el ojo izquierdo y seguidamente el derecho. Estaba siendo azotado por una luminosidad radiante que me impedía seguir durmiendo. La luna, finalizada su jornada de trabajo, había recogido todas sus estrellas y se había marchado con la noche a otra parte, dando paso a una espléndida y soleada mañana de Mayo.
Una vez desperezado, me levanté y dibujé algunos pasos sobre un suelo blando y sumamente irregular, blanquecino. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que aquello era muy extraño. ¿Dónde me encontraba? Un escalofrío súbitamente recorrió todo mi cuerpo y me hizo estremecer. Por suerte conseguí relajarme y a los pocos minutos me invadió una sensación de comodidad, de que aquel lugar me resultaba de alguna manera familiar. ¿Cuánto tiempo llevaba viviendo allí? 

5.5.13

Rato de todo, eternidad de nadas

                                                Esta entrada es una aportación al blog de..."Gity"

No hay más aventura que el descontrol del farandulismo, la idea de que todo acaba y resurge, la inconsciencia de panes y peces allanando el camino inerte. 
¡Sí quiero vivir!, así de esta manera, un rato de todo, una eternidad de nadas, de vacíos, de silencios, acompañados con el No de la palabra.

Un toque especial, amargo. Consigo en estas laderas, en tus curvas, en mis ojos, la extraña paz de la morfina, floreciendo de nuevo la locura vaga. 
Abrillanto mi cerebro, para evitar su enmohecimiento de la bocanada del canuto, alimento estas frases de paparruchas, blasfemias acomplejadas de la tripa cervecera. 
Aventura es…un yo exagerado de pasos, de fuelles sordos, habitaciones decorosas, botella de Absolut en mano.





10.4.13

No es comida rápida



Vivimos en una época frenética. El corazón de la gran ciudad, al borde del ataque cardíaco, late con suma celeridad, mientras sus habitantes se hallan inmersos en una espiral de prisas, de atascos y de angustiosa ansiedad.
Esta zozobra parece haberse convertido en alelo dominante dentro de la genética del hombre del siglo XXI. Da la sensación de que para él todo es efímero, de que nada va más allá de la mera búsqueda de pequeños placeres fugaces, que abandona sin darles siquiera tiempo a manifestarse en toda su magnitud y esplendor.

Es por ello que todo lo que triunfa en esta sociedad es instantáneo y volátil, exactamente igual que la satisfacción que produce. Múltiples son los ejemplos de que disponemos. Sin ir más lejos, el caso de la comida rápida es paradigmático: prontitud en la elaboración, baja calidad y por si fuera poco, nada saludable. Sin embargo, en un principio su sabor es resultón para el paladar, así que con ello nos conformamos. ¿Para qué vamos a preocuparnos en experimentar otras sensaciones a las que nuestras papilas gustativas no responden positivamente de primeras? Lo mismo ocurre con la música, excesivamente formulaica y repetitiva en estos días, cimentada sobre estribillos pegadizos que a la tercera escucha puedes tirar a la papelera. El cine, la telebasura, la literatura... y podríamos continuar así indefinidamente.

24.3.13

En los talones de Kelvin F. (parte III)

[ Antes, en En los talones de Kelvin F.... (parte II) ]

En el ascensor, subiendo hacia la planta noble de los despachos, voy fantaseando con lo que creo que me voy a encontrar. En el mejor de los casos, Grey Primero (es decir, el mayor de los dos directores generales de mi empresa) me preguntará si sé algo sobre los poemillas que están apareciendo encima de las mesas de los escritorios de los empleados dos o tres veces por semana. Sin llegar a ser hirientes, es cierto que a veces han sido muy... sagaces. Y que en esas simpáticas rimas se mencione a "los Greys" tal vez no haya sido una buena idea si han llegado a manos de los propios Greys. En cualquier caso, yo negaré saber nada sobre la autoría de los panfletos, con una cara medio de buen chico medio falsaria. Y a continuación Grey The First procederá a glosar su vida, ésa que comenzó con una infancia muy difícil, multitud de problemas que superar, una meta clara a perseguir, etc. Esos orígenes tan tortuosos dan lugar muchas veces a grandes historias de autosuperación, personas extraordinarias y espejos para la sociedad. Es muy probable que me corresponda soportar la correspondiente chapa, sí. De hecho, debe ser casi imposible triunfar en algo si no tienes una gran espina por extraer. ¡Maldita infancia feliz, la mía!

Cuando llego a la puerta del despacho, la encuentro de par en par, tal y como dictan los manuales del buen manager: abiertos mental y físicamente a los subordinados. Entro, Grey me hace sentar y me señala la pared lateral. En ella se está proyectando una presentación en Powerpoint. Y él comienza su discurso:




- Buenos días, Kelvin, toma asiento. Kelvin, ¿has oído hablar de la pirámide de Maslow? ¿No? En realidad no es más que una representación gráfica para hacer más inteligible la teoría antropológica que sostiene, con la que yo, particularmente, estoy muy de acuerdo. Según Maslow, las personas buscamos satisfacer nuestras necesidades por fases, es decir, sólo nos proponemos alcanzar una necesidad de un "nivel" superior cuando ya tenemos cubiertas las necesidades del nivel anterior, desde abajo hacia arriba en la pirámide.- Yo sigo mirando la imagen, sin tener muy claro lo que me quiere decir este engominado individuo.- Creo que eres una persona muy inteligente, Kelvin, y por eso pienso que sabrás entender el consejo que, como jefe y quiero que consideres amigo tuyo, - trago fuerte saliva al oír eso de "amigo"- voy a darte: antes de tratar de saciar una necesidad de los niveles superiores de la pirámide, asegúrate de que tienes satisfechos los niveles inferiores. Si no, la inestabilidad puede hacer caer la pirámide como si fuera de Lego...

Qué rabia me da, pero al final me voy a tener que leer las famosas 50 sombras de Grey, no vaya a ser que tipos como éste tengan cosas interesantes que enseñar. Y encima soy su "amigo"... ¡Esto se merece al menos un buen soneto!

...Continuará...

12.3.13

Gracias por tu Presencia

Hey tú! sí tú, estoy hablando contigo. Abandona aquello que estés haciendo y préstame atención, es importante. Detén esa idea que trata de llevarse la música de tus neuronas a otra parte, y no te muevas de aquí. 
Observa esta maraña de letras, puntos y espacios que yace en el seno de tu pantalla, ya que este pequeño texto, como todos, no es más que eso. Es decisión tuya la de convertirte en el ventrílocuo de este muñeco de palabras sin pulso, sin voz, inanimado, y hacer que cobre vida. Elige ahora. 
Si has optado por continuar, haz que el muñeco despierte de su letargo y tienda un puente entre nosotros para que pueda llegar hasta ti y compartir estos minutos de intimidad. Solos tú y yo arropados por esta manta tejida en vocablos y sueños.   
Sigue ahí, no te levantes, voy a servirme una copa para celebrar la ocasión. Hacía mucho que no disfrutábamos de un rato a solas. Tal vez días, acaso semanas o probablemente meses, qué más da, disfrutemos de este momento en que nuestros cuerpos callan, pero en que nuestras almas se acercan y sutilmente se acarician.
Podría aburrirte y contarte por qué llegué tarde al trabajo esta mañana o a quién me encontré ayer a la salida del metro. Si embargo, todo eso no haría sino desviar nuestra atención y enturbiar lo que nos ocupa ahora mismo.




Hey tú! sí tú, estoy hablando contigo, otra vez. Ahora debo irme. Prosigamos nuestros caminos. Mas no te quepa ninguna duda de que quizá en medio de otro paisaje, o rodeado de otros amigos, pero pronto volveremos a vernos.
Me voy con los bolsillos llenos de ti. No importa lo lejos que te hallases, pues nunca te sentí más cerca.

Gracias por tu presencia.

Namasté

4.3.13

El olor de Madrid basta

Sé que era Madrid porque la gente caminaba deprisa y seria en una mañana de sábado, con sus abrigos en tonos marrones y sus complementos grises y negros. Sé que era febrero tras desembozarme, inhalar muy fuerte por la nariz y sentir cómo mis fosas nasales se anestesiaban momentáneamente por el frío. Y sé que me gustaba la sensación de sequedad que hacía al clima de mi agrado a pesar de su rigurosidad. Podría haber sido otra ciudad, otro Parque del Oeste y otro momento. Incluso mayor compañía que mis propios pensamientos. Pero no; habría sido de algún modo injusto despertar de aquel momento nirvana que experimenté en diferentes circunstancias.

Hoy, no sé si mucho o poco tiempo después, dudo de las supuestas cualidades conservantes del frío, porque en aquel caso se quedaron a medias. Y es que sólo lo recuerdo todo del marco espacio-temporal de aquel momento, el antes y el después, el continente... pero absolutamente nada del contenido. Y en realidad así me basta. Somos nosotros mismos y nuestras circunstancias, si es que ambas cosas no son lo mismo. Supongo que, por eso, sólo sé que me emocionó el olor de mi Madrid, e intuyo que por eso fui feliz.


"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo", José Ortega y Gasset

28.2.13

El mundo de las ideas


Demasiado carmín encharca
el jardín de mi corazón,
retumban con fuerza en mi pecho
latidos del eco de tu voz.

Mis ideas forma han dado
a tu cuerpo de gitana
que galopa ahora a sus anchas
los caminos de mi almohada

En mí tus cabellos relucen,
de tu boca manan flores,
en mí donde esbozas sombra
yo advierto luz de colores.

Agonizante, muerto de sed,
este río discurre seco
clamando por una gota
de tus caricias y besos.

Que tormentas de violines
con sus notas rieguen prados
vuelva la música al cauce
de este río hoy devastado.

El mundo de las ideas entonces
no verá más reinar tu mirada,
transformándote en un imborrable
y hermoso olor a tierra mojada.





19.2.13

El menú sorpresa del ingeniero

A fuerza de recitar el mantra a propios y extraños, éste pasó de posibilidad a certeza y de certeza a credo en poco tiempo. Al alevín de ingeniero le gustaba comentar con naturalidad las delicias que, llegado el día, iba a poder degustar, al fin, en el restaurante El Comensal Satisfecho.

Con motivo del fin de carrera, en el acto de graduación recibió la esperada invitación al festín con el que diría adiós a años de dieta blanda y hola a lustros de orgía gastronómica: sustanciosos manjares patrios, enormes y tiernos solomillos, tanto caviar como gustase, vinos, cavas a granel y dulces de autor.

Llegado el gran día todo se desarrollaba según lo previsto, salvo que el ingeniero recién graduado llegó con bastante antelación a las inmediaciones de El Comensal, para evitar atascos y aglomeraciones de última hora. Este exceso de celo le permitió advertir la llegada de los camiones cargados con víveres para la velada. La curiosidad que se le presupone por su profesión impulsó al ingeniero a acercase y husmear por la parte trasera del local durante la descarga de los bultos. Junto a las cajas más o menos estandarizadas de frutas, verduras, congelados y botellas, le sorprendió ver cómo los operarios metían otras de cartón, llenas de alguna sustancia que rezumaba por los bordes superiores y generaba además un goteo intermitente, dejando un reguero entre los camiones y lo que parecía ser la bodega. En ese momento el ingeniero oyó en la distancia las voces conocidas de sus camaradas y volvió a la puerta principal, donde sus coetáneos ya se apremiaban en cola ante la puerta: la hora del banquete había llegado.

El acto se estaba desarrollando con tanta ceremonia como era de prever. Mientras un gerifalte paría el enésimo discurso institucional, entraron por un lado los camareros y empezaron a servir el primer plato, que venía presentado con los peliculeros cubre-platos de acero inoxidable, semiesféricos y con asita. El ingeniero, algo distraído con sus colegas de mesa, alcanzó a escuchar cómo el orador acabó su texto diciendo "...a ésta, la generación mejor preparada que recordamos". En ese instante, como parte de una representación muy ensayada, los camareros, a razón de uno por cada dos asientos, levantaron con agilidad las tapas que ocultaban el contenido de los platos....


En los primeros momentos, la mayor parte de los jóvenes ingenieros soltaron sonoras carcajadas, que se fueron transformando en ojos muy abiertos y veloces comentarios entre mesas, cada vez a un volumen más bajo. Al cabo de unos minutos, el aire pesaba sobre las cabezas de todos los asistentes, y tanto los jóvenes ingenieros como los organizadores, mandamases y demás invitados mantenían un heterogéneo silencio, digno en algunos casos, impostado en otros y adornado con la boca abierta de par en par en la mayoría. Todos parecían convenir que las palabras en uno u otro sentido no tendrían valor ni justificación. Tras un tiempo que pareció eterno por la rareza del ambiente, de repente, todas las cabezas y las miradas se dirigieron al lugar de donde procedía un tintineo metálico. El sonido lo estaba provocando un joven que cogía por fin el tenedor, lo separaba del cuchillo en su envoltorio común, tomaba un pedazo de comida y se la llevaba a la boca. Mientras masticaba iba cruzando miradas tristes y llenas de significado con algunos de sus compañeros. Finalmente, el ingeniero recién graduado, siguiendo el ejemplo de la mayoría de los presentes en la atestada sala, pinchó el pedazo de boñiga que tenía delante, lo masticó... y al cabo de unos minutos de malestar, se dijo a sí mismo que en realidad aquello no estaba tan malo.


"Aquellos que no aprenden las lecciones de la Historia están condenados a repetirla".
Jorge Santayana


6.2.13

La Fábula del Carruaje


Érase una vez un jovencito llamado Cualquiera que vivía en el reino de Todaspartes. Este apuesto muchacho tenía una gran ilusión desde niño: quería explorar todos y cada uno de los lugares del inmenso reino.

Un buen día, y en vista de aquellas inquietudes que mostraba su hijo, sus padres decidieron invertir todos sus ahorros y regalarle un precioso carruaje con motivo de su enésimo cumpleaños. No se trataba ni mucho menos de un carruaje corriente, sino del más mágico y maravilloso que podía encontrase en Todaspartes. Estaba compuesto por un precioso coche de madera de olmo, dos robustos y veloces corceles y unas riendas de cuero. Era tan especial que a su alrededor circulaba la leyenda de que quien aprendiera a conducir con aquel vehículo disfrutaría de una vida dichosa.

Impaciente y repleto de euforia, Cualquiera no quiso perder un segundo más y emprendió un largo viaje hacia el pueblo de Maestros, donde la leyenda decía que sería otorgado el citado galardónPreparó rápidamente el equipaje y subió por primera vez a su flamante carruaje. ¡Qué bonito parecía todo desde allí arriba!. Sin embargo, poco duróle aquella alegría, ya que súbitamente los dos caballos comenzaron a galopar a gran velocidad aunque sin sentido alguno, completamente enloquecidos, desbocados. Preso del estupor, Cualquiera en un primer instante permaneció sentado, inmóvil. No obstante, a los pocos segundos levantóse y empezó a gritar con gran vehemencia. Gritó y gritó hasta quedar afónico, mas con nulo resultado. Quince días con sus quince noches anduvieron perdidos, vagando sin rumbo y con absoluto descontrol. En todo momento tomaron los caballos las decisiones de dirección bajo el principio del libre albedrío. Si el joven quería girar a la derecha aquéllos hacíanlo a la izquierda, si pretendía ir deprisa lo tomaban con completa calma, y si deseaba detenerse aceleraban el paso.

Sumido en la desesperación, Cualquiera concluyó que debía indagar acerca del funcionamiento de los elementos que de acuerdo con su padre denominábanse riendas y que alguna función seguro tendrían que desempeñar en todo aquello. Así pues se puso manos a la obra, y a base de probar decenas de veces, percatóse de que los gestos que realizaba con aquellas correas influían significativamente en el comportamiento de los corceles. De esta forma, aunque continuaba viajando de manera errante, sentíase cada vez con mayor control sobre el carruaje, lo que sin duda iba transformando su particular Odisea en una aventura más placentera. 



Cruzando los pueblos de Noveles, Aprendices y Aspirantes, el joven desarrolló una técnica bastante depurada de conducción, hasta que finalmente decidió que estaba preparado para dirigirse a su verdadero destino, el famoso pueblo de Maestros. Una vez allí, durante su entrada a la villa las amables gentes que en él habitaban saludábanlo con enormes sonrisas y cánticos de enhorabuena, que colmaron de alegría el gran corazón del muchacho. Decíanle los más veteranos que debía encaminarse a la Plaza de la Sabiduría, pues allí obtendría la recompensa a todos sus esfuerzos. 

Entusiasmado por aquella idea, Cualquiera imaginaba durante el ya breve trayecto de qué podría tratarse ese botín que los transeúntes le indicaban. Tal vez fuera una montaña de oro, en cuyo caso compraría una gran mansión para sus adorables padres. O quizás lo nombraran rey, y entonces procuraría conseguir lo mejor para los ciudadanos deTodaspartes. 

Sin embargo, gigantesca fue su sorpresa cuando una vez hallábase en susodicha plaza, vio que no era más que un espacio absolutamente vacío. Quedóle el alma helada, especialmente tras las cautivadoras promesas recibidas. De repente, cuando estaba ya dispuesto a marcharse apenado, atisbó una placa que yacía en el suelo, en mitad de aquel emplazamiento. Acercóse hasta allí y leyó:

Enhorabuena! Si has llegado hasta aquí es señal de que ya has aprendido todo lo necesario para disfrutar de una vida dichosa. Ahora sólo has de ponerlo en práctica. Para ello debes seguir esta enseñanza de Platón:

"El cuerpo humano es un carruaje; el yo, es el hombre que conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos son los caballos"





16.1.13

Rumbo a la Tierra Prometida


No hay forma humana de apagar
las llamas de este fuego que me abrasa.
Necesito desnudarme en esta tierra
mientras arden estas ropas que encadenan
y me impiden desplazarme con destreza.

Escaparé así a miedos y apariencias
que mi nimia existencia lastran.
Artificiales y plomizas celdas 
que nuestra paz y libertad enjaulan.

Mi esencia volará ligera a lomos del viento.
Sonriendo surcará montañas y mares.
Rociará de vida pueblos y ciudades,
deseosos del aroma que les traigo.
Comprenderán que somos nada y somos todo,
que el amor nos rebosa en lo más hondo
y anhelamos repartirlo de algún modo.

Amigos venid, no tengáis miedo.
Vayámonos de aquí muy lejos
a la Tierra Prometida de los sueños.
Hagamos del amor nuestra bandera
y de la amistad nuestras armas,
de nuestros corazones los uniformes
que llevaremos en esta patria.

Que allí mi alma excarcelada 
escuche sonata en las olas
advierta perfume en las flores,
que se embriague de miradas,
silencios, murmullos y palabras,
de curvas, sonrisas y de roces.
¡Que siempre se acueste borracha!
...borracha y colmada de amores.







15.1.13

En los talones de Kelvin F. (parte II)

Nombre: Kelvin. Apellidos: Fahrenheit. Edad: 30. Sexo: varón. Estado civil: soltero. Dirección, número de la Seguridad Social, colegio, estudios... Podría pasarme así toda la eternidad, rellenando formularios en los que la respuesta es directa y conocida. No es que no me atreva con retos intelectuales más elevados. Ocurre que es de las pocas situaciones en que es casi imposible que aparezca la duda. La Duda.


Uno de los motivos por los que he decidido apoltronarme en mi puesto como analista de Macrosostenibilidad de Procesos Endo-productivos es precisamente eso mismo, la huida de la Duda. A pesar de que ni yo ni ningún colega conocemos el objeto, finalidad o justificación de mi quehacer en la empresa, puedo enorgullecerme de realizar un trabajo tan plano que es literalmente imposible que me surjan dudas. Cero por cien de probabilidades. De hecho, mi cometido lo podría realizar un simio. Pero no lo realiza un simio - no uno con pelo en la espalda -. Lo realizo yo, porque para mi puesto de trabajo es un requisito "sine qua non" ser poseedor del título de Superingeniero de Recursos. Yo lo soy, como ya mencioné en otra ocasión. La vida es así de dura para los simios peludos.

Llevo casi siete años en el mismo cometido, así que deben de estar muy contentos conmigo; supongo que seré el perfil idóneo para mi desempeño. Los que deben estarlo son los Christians Greys que dirigen mi empresa. Son, con mucho, las personas más seguras de lo que dicen que he conocido nunca. Esto es, nunca les tiembla la voz, ni usan coletillas como "digo yo" ó "más o menos". Los Greys nunca terminan sus discursos con un "¿no?" que permita atisbar un halo de esperanza en su debilidad. Maltratan a la Duda ya estén hablando de la Bolsa, el alcalde o el partido de anoche. A veces me pregunto si es una pose, una máscara, y cuando se baja el telón y se miran al espejo - en el camerino - , no pueden evitar una carcajada. Y yo aquí, tan majo, ni siquiera al analizar todo esto escapo de mi incapacidad para encontrar certezas. Qué bueno... Twitter, Facebook e internet en general tampoco me hacen ningún favor. Observo anonadado como cualquier pelagatos defiende ideas contundentes sobre cualquier tema con vehemencia, tenga o no instrumentos para entenderlo. ¿De verdad que no se ríen de sí mismos en su camerino? ¿Ni lloran? Qué envidia...

- ¡Pero en qué coño piensas! - Me saca de mis ensimismamientos Julio, un compañero analista, con una fortísima colleja -. ¡Quieres acabar ya el puto formulario! Que sepas que los Greys insistieron en que teníamos que entregarlos ayer, - fingiendo mucha seriedad -...y además, dijeron que eran imprescindibles para que la labor del Departamento de Macrosostenibilidad siga siendo un jeroglífico indescifrable.

- Jo. Jo. Jo. ¡Feliz Navidad! Eres la monda, Julieta - Le intento devolver la colleja pero la esquiva, creo que porque he dudado un instante si darle fuerte o flojo -. Al final, el formulario será para sortear un viaje al Caribe entre los participantes, ya verás...

- ¿Caribe? Seguro que tú preferirías un convento benedictino sin...

- ¡¡¡PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!! 

Un horrible pitido que sale de los altavoces provoca que decenas de cabezas de suricatos emerjan de golpe por encima de los armarios separadores de oficinas, mirando en todas las direcciones, como escudriñando la sabana para localizar al depredador. A los pocos segundos, los suricatos se han relajado y vuelven a sus madrigueras, justo después de escuchar por los altavoces la voz pausada de uno de los Greys:

- Kelvin Fahrenheit, suba inmediatamente al despacho de dirección...



... Continuará...

3.1.13

"En el camino" (1957)

Cuando miro una pintura abstracta, de esas que constan sólo de unos trazos locos, suelo avanzar rápido hacia la siguiente. En su momento decidí que era de esas personas a las que no les gustan esos cuadros. No es que les haya dado muchas oportunidades, de hecho no creo que nunca haya dedicado más de 10 segundos a analizar alguna. Para resarcirme de estas malas artes, hoy me gustaría recomendar una novela en cierto modo abstracta, un referente en la literatura universal del siglo XX, a la que sí he dado una oportunidad, y que a mi juicio, bien la vale. 

"En el camino" (Jack Kerouac, 1957) no tiene sentido si no es On the road, su título original, pura América, todo Dean's, Tom's, Ed's, Jane's y Ray's, mucha tarta de manzana y cafeterías y whisky y muchas millas en lugar de kilómetros, y todos esos nombres propios de ciudades y de estados tan excitantes, esos Chicago, Cheyenne, Des Moines, Iowa, Nebraska, Arkansas... La novela es el frenético diario de la sucesión de desnortados viajes y consecuentes vivencias en que se embarca un joven escritor, Jack Kerouac (narrador bajo el pseudónimo de Sal Paradise en la historia), con la compañía agitadora del hiperactivo y chalado Neal Cassady (Dean Moriarty en la novela) y la intermitente aparición de una amplísima caterva de amigos, conocidos, amantes, desheredados, drogadictos y vagabundos, casi siempre todo lo anterior a la vez, a lo largo y ancho de Estados Unidos, entre 1947 y 1949. 
 

Neal Cassady y el autor de la novela Jack Kerouac son Dean Moriarty y Sal Paradise en la historia
Enganchado por la velocidad de la narrativa, siempre sentado dentro de esos coches antiguos de seis plazas, el lector escoge a qué profundidad va a bucear en la historia. Si decide analizar rigurosamente el estilo, podrá acusarlo de simple, inacabado, o directamente se mareará a los pocos minutos entre los "¡Sí!, ¡allá vamos!, ¡sí!, ¡claro!" que embadurnan los locos viajes. Si, como yo, es un chiflado de la geografía, se deleitará poniendo caras, olor, sabor y contenido a cada uno de los miles, millones de pueblos y ciudades que se cruzan en el camino de Sal y Dean, y se emocionará tanto que se comprará una lata de cerveza para vivir con ellos una de las aventuras, y leerá el siguiente capítulo amodorrado, y creerá que lo ha comprendido. Y si el lector realmente quiere leer el libro, puede liberarse de sus problemas, intentar entender los problemas que pueblan las brillantes cabezas de los protagonistas, recorrer el camino, interpretar, aprender, no entender nada, no saber nada... Y darse cuenta, como pocas veces, de qué hermoso es ser joven y alocado, y cómo de a mano está ser joven, y cómo se nos pasa el momento de las locuras.



Y, sobre todo, animo a los que se animen a leer "En el camino" a recordar lo que ya sabíamos de niños: ¡qué bonito es leer!



P.D.: aún no he visto la película estrenada en USA el año pasado pero no en España, On the Road (ver trailer aquí) por miedo a que rompa el encanto del libro. Si alguien se anima a verla, que me diga qué tal...